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Entrevistas/44
POLÍTICOS CATÓLICOS, ¡UN PASO AL FRENTE!/2
América Latina se reúne en Colombia, a principios de diciembre, para hablar de los laicos en la vida pública
* Daría la impresión de que usted se refiere a un camino distinto al de
los evangélicos, en diversos lugares de América Latina. Ellos –pienso en los
brasileños, los chilenos y los colombianos– se están compactando en una fuerza
política e intentan –con cierto éxito– condicionar los equilibrios
parlamentarios en sus respectivos países.
Sí, es un camino diverso. Es claro que la Doctrina Social de
la Iglesia no ha pretendido nunca transformarse y traducirse en una ingeniería
social prefabricada, con la pretensión de formular "soluciones concretas, y
menos soluciones únicas, para cuestiones temporales que Dios ha dejado al
juicio libre y responsable de cada uno". Por otra parte, hay puntos
irrenunciables para el compromiso de los católicos en la vida pública. No es
que los católicos puedan asumir cualquier tipo de opción, porque hay algunas que
contradicen la fe que profesan. No
Sin embargo, hoy día también es importante reafirmar una tensión
hacia la unidad entre los católicos que operan en los diversos ámbitos de las
democracias. Es un muy mal síntoma que los católicos que asumen
responsabilidades políticas, empresariales, sindicales y en otros campos de la
vida pública, no sientan la necesidad y la exigencia de encontrarse, y
encontrarse porque están unidos por algo que importa mucho más radical y
totalmente que las diferentes vinculaciones y opciones, que se pueden adoptar
legítimamente en dichos ámbitos.
* Pluralidad de interpretaciones y de caminos, y tensión hacia la
unidad. ¿No se contradicen ambas cosas?
Si se pertenece a un misterio de comunión, más profundo,
decisivo y total que los mismos vínculos de sangre, con mayor razón esta
pertenencia es anterior y preeminente a cualquier legítimo pluralismo temporal
entre los católicos. La fragilidad y reducción de esa experiencia de
pertenencia a la comunión eclesial hace que la Iglesia ya no sea el lugar de
donde proceden, se verifican y alimentan los criterios que iluminan los
* ¿Podría explicar cuál es la idea de católico en política que tiene el
Papa Francisco?
Bastaría releer las homilías del Arzobispo Jorge Mario
Bergoglio con ocasión de los Te Deum
anuales en su catedral de Buenos Aires (¡recuerdo una sobre las
bienaventuranzas para los políticos!), y sacar las conclusiones en esta materia
de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium,
cuando se refiere a "la dimensión social de la evangelización", y de la
encíclica Laudato si'.
Hacen falta políticos que, con su testimonio y acción,
ayudan a rehabilitar la dignidad de la política, que no
Son buenos políticos, para el Papa Francisco, aquellos que
afrontan la realidad desde la situación y con la mirada de los pobres, que
apuntan a políticas inclusivas de "techo, tierra y trabajo" para todos, que
conocen la complejidad de las cuestiones y, por eso, no se dejan arrastrar por
la superficialidad y la demagogia, que tienen la competencia y el olfato para
discernir las coyunturas concretas, pero colocadas dentro de un horizonte y
proyecto de esperanza, que están siempre abiertos al diálogo a 360 grados, y
que son operadores de "amistad social" en el tejido democrático, para favorecer
las convergencias nacionales y populares más amplias posibles en pos del bien
común. Y, en nuestro caso, que no se encierran en las propias fronteras, sino
que llevan en su corazón e inteligencia un destino solidario con la "Patria
Grande" latinoamericana. Hace no mucho tiempo, me pareció importante escribir
que "se necesita una traducción libre y audaz, como proyecto histórico, como 'política' en el más noble y amplio sentido del término, de todo lo que
significa y aporta el actual pontificado". Quienes repiten absurdas acusaciones
sobre el "populismo" del Papa, o son tontos o malintencionados.
* Hay un frente en la diplomacia de Francisco que parece no dar
resultado, y es Venezuela. ¿Usted ve una esperanza de recomposición pacífica de
la crisis de este gran país latinoamericano?
En la lamentablemente trágica situación actual de Venezuela,
se puede ser escéptico, pero nada es peor que una todavía mayor explosión de
violencia y represión. Por eso, la Santa Sede, que sigue las vicisitudes de
Venezuela con extrema y muy preocupada atención, tiene que estar siempre
dispuesta, con el realismo y la sabiduría que no le faltan, a tener en cuenta
cualquier espiral que se abra, por mínima que sea, para negociaciones con
condiciones y posibilidades serias. Los Obispos venezolanos, en medio de su
gente, pueden pronunciar palabras muy fuertes y concretas sobre la situación
económica, social y política del país. ¡Y así lo hacen! No puede pedirse lo
mismo al Papa o a la Santa Sede, que deben discernir cuidadosamente las
modalidades de su intervención. La Iglesia habla con diversas voces desde
instancias diversas. Pero oponer el Papa a los Obispos venezolanos es una total
estupidez o una grotesca maniobra propagandística desde el
* Otro frente donde la actitud sigue siendo interlocutoria es la nueva
presidencia de los Estados Unidos. ¿Para usted también es interlocutoria o ya
puede decir algo más definido sobre Trump y su política en relación con América
Latina?
El Santo Padre, así como su Secretario de Estado, el
Cardenal Pietro Parolin, fueron muy claros cuando dijeron que al árbol se lo
juzga por los frutos, no por preconceptos ideológicos, y, por eso, la Santa
Sede no se deja involucrar en los coros de campañas mediáticas. Esos mismos
coros muestran cabalmente cuáles son los verdaderos resortes del poder en los
Estados Unidos, más poderosos por cierto que los poderes de un Presidente
vociferante. Sin embargo, la manera denigratoria y difamatoria en que, frecuentemente, el presidente se refiere a los hispanos, las amenazas y las deportaciones efectivas –aunque conviene recordar que nunca fueron tantas como en la presidencia de Obama–, la más que lamentable decisión de poner fin al programa DACA ("The Deferred action for Childhood Arrivals"), decisión deplorada por el episcopado estadounidense, la tozudez obsesiva sobre el muro en la extensísima frontera que separa Estados Unidos de México, y los pasos atrás respecto de los acuerdos logrados anteriormente entre Estados Unidos y Cuba, provocan obviamente el rechazo indignado de los latinoamericanos y de sus Gobiernos, de derecha, centro o izquierda que sean. Para peor, el anunciado "proteccionismo" del Gobierno de Estados Unidos –con el propósito de renegociar el Tratado de Libre Comercio con México, recurriendo a verdaderos chantajes– es cosa pésima, para una América Latina que tiene necesidad de la apertura del gran mercado norteamericano. Los superpoderosos afirman su proteccionismo, y los más vulnerables tienen que abrir sus fronteras para el libre comercio y la libre circulación financiera ¡Qué paradoja!
Alver Metalli
© Il Sismografo (Tierras de América) - 28 de septiembre de 2017
06/10/2017 |