Perfiles misioneros y espirituales EDITH STEIN LA VIDA COMO PASIÓN
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Nuestro tiempo, definido por muchos "débil", parece despojar al hombre de todo deseo profundo, del gusto de comprometerse para una razón más alta, para la pasión por la verdad. Decía Juan Pablo II, en la
![]() Casi para querer contradecir esta mentalidad dominante, la figura de Edith Stein ha sido un admirable connubio entre verdad y amor. Su vida es una invitación a encontrar los motivos fuertes, que dan a la existencia el sentido y los destinos últimos.
Edith Stein está vinculada de modo particular al Limburgo holandés, y ha dejado un signo indeleble en la pequeña ciudad de Echt: el convento carmelita de esta ciudad ha sido el lugar donde Edith ha trascurrido los últimos años de su vida, desde el 1 de enero de 1938 hasta el 2 de agosto de 1942, antes de su deportación a Auschwitz. En busca de la verdad Edith nace en Breslavia, que hoy pertenece a Polonia, el 12 de octubre de 1891, de una familia hebrea. A los 14 años atraviesa una primera crisis de crecimiento: rompe con la religiosidad beata y árida de su familia. Abandona la escuela y el estudio para la búsqueda de algo nuevo. Se traslada a Hamburgo, donde viene seducida por la fascinación de la idea nihilista de la muerte de Dios, proclamada por Nietzsche al principio del siglo. Se abre el período de su ateísmo. Dirá, refiriéndose a esto: "Plenamente consciente de lo que hacía y con libre decisión, dejé de rezar"[1]. Después de algunos meses, reanudará los estudios, pero no volverá a encontrar la fe perdida. Estudia y lee mucho. Una vez en la universidad, entra en la escuela filosófica de E. Husserl, padre de la fenomenología, brillando por su inteligencia y agudeza crítica. La primacía del ser La filosofía, sin embargo, además de sus méritos, le muestra también todos sus límites en la contestación a las preguntas que la tienen ocupada ya desde hace tiempo: "¿Cómo planeo mi vida? ¿Dónde encuentro a Dios?". Estos interrogantes ya no admiten reenvíos o ulteriores especulaciones.
Este proceso de descubrimiento de la fe, como relación personal, culmina con la lectura totalmente casual de la vida de santa Teresa de Ávila. Aquí, como escribe ella misma, "se concluyó la larga búsqueda de la verdadera fe". En Teresa de Ávila ve conjugados de manera admirable verdad y amor, y desde entonces su lema será: "No aceptar nada como verdad que esté privado de amor. No aceptar nada como amor que esté privado de verdad. El uno sin el otro se vuelve una mentira destructiva". Pide el bautismo y el ingreso en la Iglesia católica. Se siente atraída por la vida contemplativa, pero, antes de entrar en el Carmelo tendrá que esperar más de diez años, en el curso de los cuales desarrolla una intensa actividad de profesora, docente y conferenciante, revelando toda su pasión por el hombre y su historia. La encienden los debates y las luchas por la emancipación femenina. Pero, muy pronto, descubrirá un fundamental error de enfoque en aquellas ciertamente generosas batallas. Las mujeres, ansiosas de liberarse de la prisión de los muros domésticos, reivindicaban la igualdad completa con el hombre, descuidando así el punto más importante: el de las características esenciales de la mujer, de las dotes y cualidades específicas femeninas.
El "genio femenino" del que habla Edith Stein está en el orden del amor. La mujer no En 1933, Edith, a la edad de 42 años, entra en el Carmelo de Colonia. Pero, este paso no significó, como erróneamente se podría entender, una huida del mundo. "Creo - dice Edith - que cuanto más uno está atraído hacia la intimidad con Dios, tanto más debe también salir de sí, ir hacia el mundo, para llevar en él la vida de Dios". Se hace el modelo de la perfecta coherencia entre fe y conducta de vida. Para ella, es la primacía del ser la que va restablecida y afirmada: "Las personas en el mundo no tienen necesidad tan solo de lo que tenemos, necesitan de lo que somos". El martirio El itinerario de vida de Edith Stein está íntimamente unido a la pasión que el pueblo hebreo vive, durante la Segunda Guerra Mundial. Es la cruz de Cristo, dirá, que ahora "viene puesta sobre las espaldas del pueblo hebreo" y "todos los que han comprendido esto tendrían que estar listos para tomarla sobre las propias espaldas en nombre de todos. Yo quería hacerlo, Él debía solo indicarme el modo de esto".
Para esquivar las leyes raciales en Alemania, se traslada de Colonia al Carmelo de El 9 de agosto de 1942 muere en las cámaras de gas de Auschwitz. Teresa, la bendita de la Cruz. Este es el nombre de aquella mujer que ha empezado su camino espiritual con la convicción de que no existe absolutamente ningún Dios, y ha terminado su vida llevando la cruz de aquel Dios rechazado. Buscó para encontrar; luchó para ganar; murió para vivir.
Maurizio Fomini
[1] Las citas están tomadas de E. Stein, Storia di una famiglia ebrea. Lineamenti autobiografici: l'infanzia e gli anni giovanili, I-II, Edizioni Martello Libreria, Milano 1997. |