INJUSTICIAS Y
VIOLENCIA EN PARAGUAY:
LOS OBISPOS PIDEN "TRABAJAR POR LA PAZ SOCIAL"
La Conferencia Episcopal denuncia los males del país, empezando por los secuestros y el narcotráfico, por lo que exhorta a no permanecer “indiferentes al dolor”
¿Cómo explicar el recrudecimiento de
la violencia en un país con una fuerte devoción popular?
Sudamérica, desde
siempre, ha sido una región de grandes contradicciones y ahora vive otro
periodo particular de su historia. Ante la inseguridad generalizada,
encomendarse al hombre "fuerte" podría representar la respuesta más fácil. La
Conferencia Episcopal de Paraguay (CEP) se ha dirigido a la nación para invocar
"la paz social, fruto de la conversión y de la justicia".
Los obispos se preocupan por los
fieles que tienen bajo su cuidado. Piden una postura clara por parte de la
sociedad paraguaya, afectada por graves hechos criminales: "Nuestra conciencia
nos dice que no permanezcamos indiferentes e indolentes ante tales situaciones.
Estos hechos dañan la convivencia fraterna y debilitan los cimientos que
garantizan la paz social". También expresan una fuerte denuncia por los
secuestros y por el narcotráfico, "que causan muerte, dolor y sufrimiento a
tantas familias". Pero, desgraciadamente, se ha insinuado una especie de
resignación, de "indiferencia", que provoca desconfianza y debilita "los
espacios de encuentro fraterno y de solidaridad". "No queremos una sociedad
cruel e inhumana –afirmaron los obispos, citando uno de los discursos que
pronunció el Papa en Perú en enero de este año–, que permanece callada e
insensible ante tanto dolor y sufrimiento, generando con esa actitud un mayor
descrédito de las instituciones y la consecuencia de mayores tensiones sociales".
Por este motivo, el episcopado se
pregunta si toda esta situación no será síntoma de "problemas morales y
sociales más profundos, y si no debemos hacer un examen de conciencia que nos
lleve a revisar las acciones y omisiones que dejan crecer el mal y la violencia
en medio de nosotros". Las causas, indicaron, son claras para todos: "La injusticia,
la impunidad, el machismo, los desequilibrios
socio-ambientales, la débil
cohesión en la familia y la sociedad, el consumismo, la propagación mediática
de la violencia".
Además, recordaron, no se pueden
callar las condiciones que contrarrestan el valor sacro de la vida, desde su
concepción, especialmente la de las vidas más frágiles. En la "lucha contra el
mal", la Iglesia anunció la posibilidad de una conversión que significa
apertura a Dios y a los demás. En el Evangelio la persona está en el centro y
los pobres representan la categoría predilecta.
"Mientras asistimos a un deterioro
profundo del tejido social y moral de los grupos y comunidades humanas de
nuestro país, queremos proclamar con más vigor y más convicción que la
misericordia y la solidaridad son valores por los cuales vale la pena jugarse".
Entre las comunidades humanas que están en peligro, está sin duda la familia,
que tiene que ser un espacio de protección, abierto a realidades más
amplias: "El bien común de toda la sociedad, sin restricción ninguna a
consideraciones de raza, de clase, de etnia, ni siquiera de religión. Esto no
se da por sí solo, requiere un compromiso consciente y despierto". Para
cultivar la convivencia pacífica, hay que trabajar por "la equidad social":
todos los ciudadanos, en particular los más vulnerables, "deben acceder a la
salud, acceder al cuidado integral de su salud, a una educación de calidad, a
fuentes de empleo digno, a viviendas e infraestructuras que apunten a dotarles
de condiciones para una vida digna y saludable".
"Todo parte de la conversión del
corazón", afirmaron los obispos paraguayos, por lo que es
necesario "un proceso
de profunda transformación cultural, que cambie aquellas prácticas sociales y
políticas de tolerancia a la corrupción y a la impunidad, que carcomen los
recursos públicos e impiden la consecución del bien común. En palabras del
Santo Padre, debemos hacer el esfuerzo por extirpar esa 'gangrena' de nuestro
pueblo".
Al pueblo en camino hacia Caacupé,
la Virgen inmaculada recuerda la invitación de Cristo a la conversión, concluyó
la CEP, exhortando a los "ciudadanos, a los fieles católicos y a las personas de
buena voluntad, a asumir decididamente el compromiso de una profunda conversión
personal, comunitaria y eclesial, y a trabajar incansablemente por la justicia
y por la paz social en el Paraguay, para felicidad de nuestro pueblo".